
Tilacinos en Mamíferos de Australia, John Gould 1863
Hace ochenta años y medio, el 7 de septiembre de 1936, murió en el zoológico Hobart de Tasmania el último ejemplar conocido de tilacino o lobo de Tasmania. Aun después de la muerte de Benjamin, como se le conocía al último de estos marsupiales carnívoros, siguió habiendo reportes de gente que afirmaba haber visto estos animales en regiones remotas de la isla de Tasmania o incluso en Australia misma.
Un estudio publicado en 2016 analizó los patrones repetitivos en esos reportes y estimó como muy probable la persistencia de poblaciones de tilacinos durante los años cuarenta e incluso a principios de los cincuenta. Sin embargo, no existe evidencia física (algún resto óseo, pedazo de piel o algún rastro como huellas o excretas) que sustente esas afirmaciones.
En las Crónicas de la extinción se explica por qué es imposible establecer con absoluta certeza la extinción de una especie. Siempre existe la posibilidad de que algunos ejemplares aislados sobrevivan en lugares remotos, poco visitados por los especialistas.
Por supuesto, entre más tiempo pasa desde el último avistamiento de una especie, menor va siendo la probabilidad de que esa especie no esté extinta. Así, existen esperanzas fundadas de encontrar algún delfín chino de río (del que no se han observado ejemplares desde 2004), pero es poco probable que el pájaro carpintero imperial, que no se ha observado desde 1956, no se haya ya extinguido.
Siguiendo esa línea de lógica, es un hecho que no existen ya mamuts lanudos sobre la tierra (no hay registros más recientes de cuatro mil años) y que los dinosaurios, con la excepción de las aves, ya no se pueden encontrar en ningún lado, pues nadie ha encontrado ningún dinosaurio no aviar ni huella alguna de esos animales en depósitos de menos de sesenta y cinco millones de años de antigüedad.
Aun con las probabilidades en contra, un grupo de investigadores de la Universidad James Cook de Australia anunciaron recientemente su proyecto de buscar una población de tilacinos vivos en una remota localidad del estado de Queensland, de donde provienen vívidos relatos sobre un animal misterioso cuya descripción parece corresponder con el tilacino.
Aunque los investigadores admiten que la probabilidad de encontrar una población viva de tilacinos es minúscula, explican que la expedición servirá también para conocer mejor la diversidad biológica de esa remota zona de Australia.
[ver también los capítulos VII y VIII de las Cronicas de la extinción]