Compasión por el demonio de Tasmania

[Escribí el siguiente ensayo sobre la enfermedad facial tumoral de los demonios de Tasmania para el diario La Jornada Michoacán del 24 de noviembre de 2008, en ocasión de los 40 años de la canción Sympathy for the devil, de los Rolling Stones. Lo publico ahora en este blog para conmemorar los 50 años de la formación de la banda más longeva de la historia del rock]

 

Hace ya 40 años que los Rolling Stones grabaron la canción Sympathy for the devil, conocida en español como Simpatía por el diablo. Se ha discutido mucho sobre el significado de la letra de la canción, pero parece ser que una traducción más acertada sería Compasión por el diablo. A 40 años, en las lejanas tierras de Tasmania, un fenómeno biológico muy particular está generando un sentimiento similar al que imaginaron Mick Jagger y Keith Richards: simpatía o compasión por el demonio.

En este caso se trata no de Satanás, como en la canción de los Stones, sino del llamado demonio de Tasmania. El demonio es un marsupial con hábitos carnívoros. De hecho, es el más grande de ellos, luego de la extinción del tilacino o lobo marsupial a mediados del siglo XX. La especie se distribuía originalmente en gran parte de Australia y Tasmania, pero la introducción del dingo (una variedad de perro doméstico) y la destrucción de ambientes naturales lo extirparon de muchos sitios de su distribución original, de manera que actualmente está restringido a las zonas boscosas de Tasmania.

El demonio de Tasmania era hasta hace unos 20 años un animal relativamente común. Desde los años 90 se observaron disminuciones importantes en algunas de sus poblaciones, lo que llevó a establecer un equipo interdisciplinario para estudiar las causas. En 1996 se detectó por casualidad, a través de fotografías captadas por un naturalista aficionado, la presencia de una extraña enfermedad que producía horribles malformaciones en el rostro de estos animales. Estudios posteriores mostraron que se trataba de crecimientos cancerosos que producían, en la mayoría de los casos, la muerte de los animales afectados. La nueva afección fue llamada enfermedad facial tumoral de los demonios (DFTD, por su nombre en inglés).

En 2006, un estudio publicado por Anne-Maree Pearse y Kate Swift en Nature presentaba una hipótesis asombrosa que dio un giro inesperado a los esfuerzos por rescatar al demonio de Tasmania. En un escueto comunicado de ocho párrafos, Pearse y Swift informaron que las células cancerosas provenientes de 11 individuos afectados mostraban anormalidades cromosómicas idénticas, mismas que no se encontraron en tejidos sanos provenientes de otras partes del cuerpo de esos mismos animales. La conclusión lógica fue que los tumores en todos los individuos debían tener el mismo origen; es decir, que se trataba de una única línea de células cancerosas que de alguna manera se habían transplantado entre los individuos. En otras palabras, se trataba de un cáncer contagioso.

Pearse y Swift especularon que el comportamiento agresivo de los demonios, manifestado en sus frecuentes peleas por alimento, permitía explicar cómo las células cancerosas podían pasar de un individuo a otro. Existen varios tipos de cáncer que pueden ser detonados por la transmisión de un virus, como en el caso del cáncer cérvico-uterino que puede desarrollarse después de la aparición del virus del papiloma humano. El caso del DFTD es muy diferente. Se trata de las propias células cancerosas que se transmiten de un demonio a otro para producir los tumores faciales, sin la participación de un virus u otro agente infeccioso. El único otro ejemplo natural que se conoce es un tipo de cáncer que se transmite entre los perros por vía sexual.

Individuo afectado por DFTD. Foto Menna Jones, PLoS Biology

Las consecuencias de la nueva enfermedad para los demonios de Tasmania han sido terribles. Se ha documentado la presencia de DFTD en más de la mitad del territorio de Tasmania, y en esos lugares las poblaciones han disminuido hasta en 80 por ciento. El demonio, considerado hasta hace 10 años como una especie no amenazada, está ahora entre las especies con mayor riesgo de extinción, de acuerdo con la más reciente evaluación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Ante la emergencia, algunos biólogos han propuesto agresivas campañas para eliminar de las poblaciones naturales los demonios que presenten síntomas de la enfermedad. El problema con esta propuesta es que aparentemente los tumores tardan meses, o incluso años, en aparecer. Se ha sugerido también capturar individuos sanos en zonas aún no afectadas y mantenerlos en cautiverio, o quizá llevarlos a algunas de las islas adyacentes a Tasmania para mantenerlos alejados de sus congéneres afectados. Otros científicos opinan que lo mejor en este caso es no intervenir. De acuerdo con esta postura, esta enfermedad emergente está siguiendo su curso natural y probablemente en unos pocos años desaparezca, o su incidencia en las poblaciones naturales se estabilice.

En cualquiera de los casos, al observar las fotografías de los demonios de Tasmania afectados por los tumores, es difícil no sentir, como los Stones, compasión por estos asombrosos animales.

[Actualización, 20 de abril de 2012. En este mes se cumplen 50 años de la formación de Los Rolling Stones. E. P. Murchison y colegas reportaron en un artículo de Science de 2009 que las células cancerosas del DFTD tienen su origen en tejido nervioso de los demonios de Tasmania. Un estudio de W. Miller y colaboradores en 2011 en los Proceedings de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos muestra como una baja diversidad genética entre los demonios de Tasmania podría hacerlos más susceptibles al DFTD.]

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